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¿Qué es la hipocondría?

La hipocondría es un trastorno psicológico que trata de la presencia de temores relacionados con la enfermedad, llegando a producir una preocupación casi constante por la posibilidad de sufrir enfermedades graves. Posiblemente, la mayoría padece un estado de ansiedad en relación con el propio estado de salud. Es frecuente la búsqueda de diagnóstico médico, y en la mayoría de los casos, más que por el malestar físico, es la preocupación por su significado. Para algunos de estos pacientes la preocupación mórbida por la salud, el sentimiento crónico de alteración o amenaza física, y la firme orientación hacia el sistema sanitario, se llegan a convertir en un estilo de vida, una forma de estar en el mundo: «un estilo somático de existencia».

Posibles causas de la hipocondría

Puede producirse por el diagnóstico de alguna dolencia grave y/o la muerte de un allegado, la presencia de molestias físicas para las que no se dispone de una explicación inequívocamente benigna o alguna noticia en los medios de comunicación especialmente abrumadora relacionada con la enfermedad.

Tratamientos para la hipocondría

Terapia de conducta

La preocupación mórbida por la salud se ha entendido desde la psicología conductual como un problema de ansiedad fóbica que tiene como peculiaridad que los estímulos evocadores de ansiedad son, frecuentemente, de carácter intenso (sensaciones y síntomas corporales). Para la reducción de la ansiedad se emplean estrategias de evitación activa. Por ejemplo, se eludirá la búsqueda de información médica tranquilizadora o comprobaciones del estado corporal repetidas. Se evitarán los estímulos externos relacionados con la enfermedad, como la cercanía de personas padeciendo alguna enfermedad grave, o las situaciones que implican un incremento de sensaciones corporales temidas como el ejercicio físico extremo. La terapia de conducta se basa en el uso de procedimientos de reducción de la ansiedad fóbica. la exposición prolongada y repetida a estímulos evocadores de ansiedad y la prevención de las conductas de evitación, todo esto junto con las técnicas cognitivas. La aplicación de estos procedimientos que implican una activación emocional intensa viene precedida por una explicación detallada del modo en el que las conductas de evitación contribuyen a la larga al mantenimiento de la ansiedad fóbica.

Woman checking her pulse at wrist Terapia cognitiva

Lo central es la interpretación alarmante de las sensaciones corporales y funciones fisiológicas normales o carentes de significado clínico. Las valoraciones de amenaza darían lugar a respuestas de ansiedad que variarían según el grado de credibilidad de la interpretación, la gravedad de la amenaza anticipada y la percepción de la posibilidad de afrontamiento. En la hipocondría los síntomas objeto de preocupación no son susceptibles de crecer rápidamente, por ejemplo dolores inespecíficos o cambios percibidos en la apariencia, como la coloración de la piel. El objetivo principal del tratamiento cognitivo en la hipocondría es la modificación de interpretaciones erróneas y alarmantes de las sensaciones corporales. Para ello se emplean tanto técnicas conductuales como cognitivas. Con las cognitivas se trata de lograr este objetivo de modo directo, a través de la información acerca de la frecuencia de molestias corporales diversas en la población general y en pacientes de atención primaria sin una causa médica o a través de la consideración de explicaciones alternativas y benignas a los síntomas. Las técnicas conductuales permitirían obtener evidencias claras e inequívocas que obligan al sujeto a revisar y cambiar interpretaciones erróneas. Por ejemplo en el caso del paciente que cree erróneamente que tiene un alto grado de riesgo de sufrir un infarto cardíaco si se implica en esfuerzos físicos, se animaría, en base a la nueva formulación del problema (el problema más que la existencia de riesgo es la creencia de estar en riesgo), a reducir progresivamente las evitaciones de aquellas actividades asociadas a su temor por suponer esfuerzo físico. La implicación activa en estas actividades sin las consecuencias catastróficas anticipadas predecíblemente reduce la percepción de riesgo. En definitiva las técnicas conductuales están dirigidas al cambio cognitivo.

«Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”
Michel de Montaigne